Las tres características ya descritas son fruto únicamente de la naturaleza siendo esta la única que depende de la mano del hombre. En efecto, la habilidad y precisión del maestro tallador será la que determine la capacidad del diamante para mostrar su brillo y fuego interior, de reflejar adecuadamente en sus facetas la luz recibida y devolverla con toda su intensidad.
No deben confundirse la talla con la forma del diamante, aunque si bien es cierto que en la talla es cuando se da la forma definitiva a la piedra, el objetivo directo de la talla es el ya descrito comportamiento de aquella ante la luz.
En relación con lo anteriormente indicado, queremos señalar que los diamantes deben estar certificados por laboratorios o técnicos de reconocido prestigio, en los que los expertos en la materia dictaminan sobre el color, transparencia, tamaño e inclusiones de la gema, constituyendo un auténtico carnet de identidad de la misma. Exija siempre el certificado del suyo cuando lo adquiera. De igual forma, si Vd. posee un diamante cuyas características le son desconocidas, puede hacerlo examinar y certificar por un módico coste, con lo que podrá saber con total garantía la calidad y valor del mismo.
El objeto de esta página es satisfacer su curiosidad y no hacer de Vd. un experto diamantista de la noche a la mañana, ya que eso únicamente se consigue a base de mucho tiempo y experiencia, por eso le recomendamos desde ahora a su joyero, que sí tiene esa experiencia y es en él en quien debe Vd. confiar a la hora de adquirir una gema. Pídale que le explique detalladamente las 4C, que le permita mirar a través de su lupa diferentes piedras, lo que el hará gustosamente, y tenga por seguro que realizará la mejor y más duradera adquisición. Esta confianza en su joyero, también llamada la quinta C, es el fundamento de su prestigio, lo que constituye, sin duda, el más valioso capital de su oficio.