Las perlas, cultivadas o silvestres, son relativamente blandas en relación con otras piedras y metales preciosos utilizados en joyería. Por esta razón es muy importante dedicar a estas joyas una especial atención, en la seguridad de que con un mínimo de cuidado se mantendrán hermosas y brillantes por muchas generaciones.
Debido a su escasa dureza es necesario poner especial cuidado en separarlas de otros artículos de joyería, metálicos o más duros, para evitar que puedan resultar rayadas. Cuando se guarden en un joyero deberán colocarse separadamente de aquellas, en compartimentos acolchados o forrados o, en su defecto, en una bolsita de paño suave.
Los cosméticos, perfumes, lacas para el pelo y en general cualquier producto de belleza, contienen productos químicos que pueden resultar perjudiciales, a la larga, para el lustre o color de la perla. También la grasa corporal o la propia sudoración pueden afectar al brillo de las perlas.
Debido a su escasa dureza es necesario poner especial cuidado en separarlas de otros artículos de joyería, metálicos o más duros, para evitar que puedan resultar rayadas. Cuando se guarden en un joyero deberán colocarse separadComo han de compatibilizarse ambas necesidades, lo más indicado es colocarse las perlas en el último momento, después de haberse aplicado el maquillaje, el perfume y laca para el pelo. Por la misma razón, después de usarlas, deben limpiarse con un paño húmedo para retirar de las mismas cualquier resíduo perjudicial de aquellos productos.
Las perlas han nacido en el mar, en un ambiente 100 % húmedo, producidas orgánicamente, por lo que son sensibles al grado de humedad. Su exposición prolongada a un ambiente extremadamente seco, podría deshidratarlas en exceso y esto perjudicaría a largo plazo a la calidad de su lustre. Es buena práctica sumergir y lavar, de cuando en cuando, las perlas en agua jabonosa neutra, de modo que al propio tiempo que se limpian de polvo, suciedad y rastros de maquillaje, se repone su grado de humedad.amente de aquellas, en compartimentos acolchados o forrados o, en su defecto, en una bolsita de paño suave.
Los cosméticos, perfumes, lacas para el pelo y en general cualquier producto de belleza, contienen productos químicos que pueden resultar perjudiciales, a la larga, para el lustre o color de la perla. También la grasa corporal o la propia sudoración pueden afectar al brillo de las perlas.
Si importante es cuidar las perlas en sí, no debe olvidarse el cuidado de su soporte o montura que constituye la joya de las que aquellas forman parte. Los engastes y los hilos deben ser revisados en función de la frecuencia con que se utilicen y evitar así la pérdida de alguna pieza por un deterioro de los mismos.
En cualquier caso, es muy recomendable que se haga revisar sus perlas periódicamente por su joyero, para que pueda verificar el estado del hilo y la sujeción al cierre, y en su caso renovar el ensartado de aquellas. Si Vd. utiliza las perlas varias veces a la semana se aconseja una revisión anual de las mismas.